Muchas veces ese club se convierte en el Club de la Ducha, porque de tanto luchar y tanto mojarte por gente que ni va ni te viene, sobre todo en el trabajo, al final lo que pasa es que te acaba cayendo un chaparrón y empiezan a lloverte hostias sin comerlo ni beberlo. Ante esa situación en la que nos encontramos tras el chaparrón caído, puedes tomar otros dos clubes alternativos: El Club de la Capucha, en el cual te pones tu gorro y a aguantar el chaparrón venga lo que venga, siguiendo tu lucha y tus ideales, y siendo consecuente con lo que piensas o el Club de la Trucha, en el cual vas a por tu pastillita de jabón que está en el suelo y te dejas que te den por culo bajo el diluvio aguantando, tragando por no ser el renglón torcido dentro de esta sociedad que nos está absorbiendo más y más.
Finalmente lo que prima es el Club de la Hucha donde lo único que importa es el dinero y la lucha se convierte en algo por conseguir la cantidad más amplia de capital, aplicando la máxima de "El fin justifica los medios", aunque lo que hacemos es defendernos como gatos panza arriba porque "El fin justifica nuestros miedos", el fin de muchas cosas como esa posición de cierto poder que nos da el dinero, algo efímero como el tiempo que tarda en pasar por nuestras manos el dinero y que manejan grandes magnates que especulan con él, pero aún así lo que más nos preocupa es que no nos expropien nada más.
Cosas como el Club de la Escucha es lo que necesitamos en este ecosistema social que tenemos montado. Porque hay gente que tiene mucho interesante que decir pero no es escuchada, y porque muchos problemas en la vida se solucionarían no solo escuchando más, sino también leyendo más. Estamos desinformados porque no nos interesa nada, solo vagamos por el mundo esperando que todo se solucione sin saber qué pasa y sin poner un medio mínimo para que la situación sea un poco mejor. Vivimos en nuestra burbuja "mobiliaria" siendo totalmente inconscientes de todo lo que sucede a nuestro alrededor y sólo concentrados en nuestra lucha.
Todo este mal sabor de boca generado es debido a que todos estamos ya en el Club de la Paparrucha, como decía Mr. Scrooge en el cuento de los tres fantasmas de la Navidad, nos quejamos de todo, sabemos que sucede, nada nos convence, y al final nada nos preocupa lo suficiente como para luchar por ello.
¿Tú en qué club estás?
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